Todas las comparaciones posibles, todos los adjetivos, todas las anécdotas infamantes. Un mito pecaminoso y sombrío. La mala fama: se dice que Tijuana vive, que se alimenta de su mala fama. El reclame es su desprestigio. El incentivo es su reputación. Tijuana es su leyenda. Imposible prescindir de todo oído, de todo lo captado como sin querer a propósito de esta ciudad de más de trescientos mil habitantes, que ahora se extiende ante la vista prejuiciosa del Observador. Disparatadamente, sin concierto, con esa anarquía que es vida y muerte de las poblaciones mexicanas”.
