Los melodramas que se desprenden de la Revolución Francesa son absorbidos con avidez por liberales y conservadores, por revolucionarios y porfiristas. En la etapa que va de la primera independencia a las primeras décadas del siglo XX, la Revolución Francesa-el fenómeno histórico y el conjunto mitológico-es una influencia central en la vida mexicana, algo equivalente a una gran atmósfera formativa. Con intensidad que supera incluso a la Revolución de Independencia de los Estados Unidos de América, la Revolución Francesa es el acontecimiento que a muchos mexicanos les resulta su carta de ciudadanía internacional. En el imaginario mexicano de un largo período, intervienen de manera importante hechos, mitos, personajes y ambientes legendarios de la Revolución Francesa. Las imágenes se vuelven lugares comunes : Marat muere en la tina del baño, Danton hipnotiza a la Asamblea, Robespierre exige el día entero la pena de muerte, los conspiradores de la Vendée demandan la intervención de los gobiernos monárquicos, los aristócratas sorprendidos por las turbas reniegan de sus orígenes y claman por la muerte del rey, los sans-culottes pasean las cabezas de los nobles, Luis XVI se angustia en su celda, el conde Fersen intenta salvar a María Antonieta, los girondinos mantienen su dignidad mientras las carretas los conducen hacia el patíbulo, el terror se ensaña incluso con Robespierre... Por lo común, estas imágenes responden a la simpatía por los revolucionarios, y en la literatura mexicana son excepcionales las demostraciones de afinidad con la reacción.
