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Título del artículo
De monumentos cívicos y sus espectadores
Nombre de la revista
Año de inicio
1990
Editorial
Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca
Periodicidad
trimestral
Fecha de publicación
Octubre - Diciembre 1992
Nombre del autor o autora
Página de inicio
34
Número de revista
11
Contenido temático
No hay pueblo sin estatua, y no hay estatua sin mensaje adjunto. Sin embargo y con rapidez, la costumbre hace de la estatuaria cívica algo equidistante del Arte y de la Historia, lo que para unos es kitsch para otros es factura entrañable del paisaje. A la decoración obligatoria de plazas y de calles la complementa--aportación a dos el Estado y la sociedad civil--la ronda del otro el heroísmo, el de los Símbolos de lo Cotidiano. Se celebra a los Hijos Predilectos que destacaron en el arte(verbigracia : las estatuas de la cantante Esperanza Iris en Villahermosa, y del actor de cine Pedro Infante en Guamúchil), se admite sin tapujos que el criterio popular trasciende las convenciones legales (la ermita, con todo y busto policromado, dedicada en Culiacán a Jesús Malverde, bandolero social convertido en "el santo de los mariguaneros"),se perpetúan las exhortaciones cívicas (la portada de González Camarena para el Libro de Texto Gratuito de los años sesenta, con la patria frondosa y deseable que en Tijuana se vuelve conjunto escultórico); se ensalza el modus vivendi de los lugareños(el monumento a la Gran Jaiba en Tampico),se reconocen los servicios publicitarios de alcance internacional (las estatuas de Liz Taylor, Richard Burton y John Huston en Puerto Vallarta, porque allí filmaron y allí vivieron por temporadas). En México, todavía, el valor de caudillos, mártires, artistas notables y valores entrañables se determina por el número de estatuas adyacentes, y por la mezcla de terquedad y docilidad que usan monumentos y bustos mientras se pliegan al avance omnívoro de lo urbano.

