Entrevista con Carlos Monsiváis

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"No, no hay la creencia, todavía, en la historieta como arte, incluso entre los propios historietistas. Un comic como el italiano, como el español o como el francés, sería imposible porque implica la aceptación cultural de la historieta dentro de un medio y el trabajo artístico de los dibujantes. Un Guido Crepax sería absolutamente inconcebible(hoy), en México". Carlos Monsiváis es escueto y tajante con este juicio que, a nuestro entender, explica además la falta de estudios o de propuestas teóricas explícitas con respecto a la historieta mexicana. En México empieza la historieta como una cosa propagandística, comercial, del Buen Tono, de compañías de cerillos, etcétera, y no hay otra intención que usar un medio que está siendo muy novedoso en los Estados Unidos para atraer clientela, y de alguna manera, esto impregna el resto de la historieta que se da en la década de los 20,una historieta predominantemente nacionalista, comic-strip de caracteres, podría llamarse, donde el énfasis está en las situaciones muy mexicanas, en la traslación del ranchero a la ciudad, del payo al recién avecindado en la Ciudad de México, y sus manejos y vislumbramientos de lo que es una civilización y sus técnicas muy complejas. De todo esto se desprenden, obviamente, otros juicios de valor:” las ilustraciones son, en general, bastante inmóviles, muy repetitivas y el ingenio y el sentido están depositados en el diálogo". Por otra parte, en lo que se refiere a la posible influencia sobre la percepción estética, Monsiváis opina que es muy plana: ”La hay a contrario sensu-dice- en este tipo de comic alarmista y escandaloso, donde existe una complacencia, una suerte de tremendismo visual muy fallido y muy lamentable, pero la idea de una descomposición visual si interviene con el ánimo de halagar(contrariándolo, supuestamente) al lector".