Lo primero es que el 68, que desde luego es parte de un proceso que se inicia mucho antes, liquida el nacionalismo cultural que estaba ya bastante averiado. Se trataba de un nacionalismo que ya sólo se amparaba en fórmulas chauvinistas. El 68 es por esencia, culturalmente hablando, un movimiento internacional y el nacionalismo cultural que ya es fórmula de los alcaldes y de esa especie de super alcalde, que es el presidente de la república, se viene abajo y ya no se reconstruirá. Otro punto muy importante que también es anterior al 68 es la destrucción del sistema de censura interna. Permanece la censura pública, resultado de la alianza entre el estado y la iglesia católica y los focos que ésta maneja, pero la censura interna como representación de los poderes de la sociedad en el escritor queda completamente abolida. También la presencia de lo urbano es totalizadora. Ya no se puede hablar de una cultura de campesinos. Sigue existiendo, pero no tiene representación. Y en lo cultural, prácticamente depende de la voluntad museográfica del gobierno que ahora está protegiendo las tradiciones. De hecho, se puede hablar de una adopción de las tradiciones. El gobierno de la república, así como cada gobierno de un estado o los municipios han tomado la idea de adoptar una tradición. La defienden, la llevan a un lugar, la protegen, se encargan de recordarnos que el 7 de diciembre se celebra el padre muerto. Se hacen concursos del padre muerto, etc. Pero lo fundamental, ya la mentalidad es totalmente urbana. Y esto desde luego, tiene que ver con la literatura.
