Documento
Adjuntos
-
MX-SC-DGB-BP-MC-HA0022-A
-
MX-SC-DGB-BP-MC-HA0022-B
Monsiteca artículos
Título del artículo
Pasiones urbanas a la orden (la ciudad de México y la cultura 1900-1950)
Nombre de la revista
Año de inicio
2002
Editorial
Salta: Centro Promocional de las Investigaciones en Historia y Antropología Facultad de Humanidades Universidad Nacional de Salta
Periodicidad
irregular
Fecha de publicación
2006
Nombre del autor o autora
Página de inicio
383
Número de revista
17
Contenido temático
La Ciudad de México vive en el primer siglo de su vida independiente (declarada formalmente en 1821) las tensiones entre la capital (el progreso que según la moral católica actualiza el pecado) y la provincia (el atraso o la inmovilidad que certifican la ingenuidad y el afán de pureza). A momentos, sin embargo, los liberales radicales ven en la ciudad el recinto de las libertades progresivas, sino el antro de la burocracia que todo lo retarda, o, también, la sede de la insolencia de la oligarquía y la reacción. Así por ejemplo en 1859, el General conservador Leonardo Márquez ordena el asesinato de los jóvenes médicos y practicantes del hospital de Tacubaya que han atendido a los liberales heridos. La dictadura de casi tres décadas de Porfirio Díaz desaparece visual y testimonialmente a la ciudad de las mayorías, insalubre, fétida, aglomerada, a la que apenas reconocen algunas crónicas y novelas. Es de "mal gusto" escribir sobre las condiciones de vida en la miseria y la pobreza y los escritores se disculpan cuando lo hacen porque "de vez en cuando conviene asomarse a lo que les repugna a las buenas conciencias" (Entonces un camino positivo). Por eso, en las descripciones de la Ciudad de México se oscila entre la idealización y el sensacionalismo. Hacia la segunda mitad del siglo diecinueve la Ciudad de México ahonda las diferencias sociales heredadas del período colonial, pero la renovación literaria que en forma paralela se gesta también en esos años, por vía de un reducido sector de intelectuales, abre las posibilidades de la crítica. En su momento, la Revolución marcó en la ciudad nuevas fronteras culturales y dividió los ánimos literarios, por vez primera aparece en la urbe la silueta de los pobres del campo y hace lucir superfluo del culto al humanismo, la violencia se apodera de las calles y suspende temporalmente los mejores intentos por mantener sin interrupción el ejercicio de las letras.

