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Título del artículo
Un caballero a la medida
Nombre de la revista
Fecha de publicación
1993
Nombre del autor o autora
Página de inicio
10
Número de revista
1119
Contenido temático
En los años 30 en la Ciudad de México, surge en las carpas, Cantinflas. Según la leyenda, alguna vez el joven Mario se equivoca, dice lo que se le ocurre y resulta una incoherencia, pero la gente lo festeja y Mario se da cuenta que por azar, ha encontrado su estilo y su rasgo distintivo. Mas tarde, con el fluir del disparate que propicia el cómico, alguien le grita: ¡Cuánto inflas! (Qué borracho estás), la contracción tiene éxito y aparece Cantinflas.
Cantinflas permanece en la carpa el tiempo suficiente como para volverse el fenómeno inevitable, el punto de unión de las clases sociales. Es la versión inofensiva y tierna del pelado (el que nada tiene y nada lleva, el carente de piel), es el rey del atavío lumpenizado, con los pantalones bajo la cintura, la corbata vieja que reemplaza el cinturón, la camiseta astrosa y el pedazo de gabardina en el hombro izquierdo, emblema entonces de los cargadores en los mercados, añadiendo la combinación clásica del lenguaje corporal desenfadado y el habla que va y viene de ninguna parte. Lo suyo es el reino de las apariciones y los diálogos gratuitos.
Rufino Tamayo lo retrata como al peladito en el cosmos, se compara su habla con la de los líderes sindicales (y emerge el verbo cantinflear, que florecerá en la política mexicana, al grado de volverse sinónimo de su discurso), y en ferias o jugueterías cientos de miles de figuras lo representan en barro, madera y plástico.
En los años 40 y en los 50, el personaje llega a su culminación. Los presidentes de la República lo buscan y lo celebran, la prensa lo adula y lo desacraliza para mejor sacralizarlo.
Las películas, una o dos por año, son éxitos en México y en el mundo de habla hispánica, donde se entienden como sátiras las referencias costumbristas. El nombre de Cantinflas se deja ver en las boletas de varias elecciones presidenciales y crece su fama de filántropo y gente del pueblo de una vez y para siempre.
En 1953 Cantinflas inaugura el teatro de los Insurgentes con “Yo Colón”, revista musical donde él utiliza al almirante genovés como pretexto de chistes políticos sobre el Gobierno recién concluido de Miguel Alemán, es un recurso cómico y satírico muchas veces utilizado por los cómicos, especialmente por los del área Latinoamericana, en la prensa se le censura por ingrato, Cantinflas se irrita y abandona para siempre la escena.
En 1955 Cantinflas se considera listo para la internacionalización. Mike Todd produce y Michael Anderson dirige “La vuelta al mundo en 80 días”. En 1960 es la estrella de “Pepe” de George Sidney. La crítica en México ya le es adversa y la fortuna política lo conduce a la Casa Blanca como huésped directo de Lyndon B. Johnson.
Su última película fue “El Barrendero”. Cantinflas muere de cáncer el 20 de abril de 1981.

