“Son las 19:30 y puede ser cualquier ciudad del mundo, digamos, Viena, y puede ser cualquier teatro, digamos el Koncert Hauss. Los aplusos, fervientes, indican la llegada del astro, y aparece, con puntualidad, sin tensiones, Ella Fitzgerald, la cantante de jazz, el mito del jazz. Nada ritual en su presentación o en sus maneras o en la recepción del público. Simple, con la simplicidad de las buenas costumbres, se presenta una cantante ante sus seguidores. El trio de Tonny Flannagan la acompaña. Y uno recuerda que una vez estuvo en México Ella Fitzgerald y fracasó o no tuvo eso que llamamos éxito y que rodea a Raphael o a José José. Ella cantó en La Fuente y fueron unos cuantos y le pidieron “Farolito” de Agustín Lara, y canciones rancheras y nadie se conmovió y los periodistas no se enteraron y uno, por asistir y ahora se venga, posiblemente en espíritu, de las injusticias sociales o la ausencia de la ciudad o la enfermedad, o cualquiera que haya sido la causa que impidió las asistencia”.
